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Lunes 29 de noviembre
Empezamos la semana profundizando en el conocimiento de Jesús y recordando este tiempo de Navidad, donde los cristianos celebramos con mucha alegría y dedicación el Adviento, preparando nuestro corazón para el nacimiento de Jesús.
Vamos a reflexionar sobre las cosas que nos han ocurrido durante el año y todo los que nos queda por venir, profundizando en todo los que a nosotros nos parezca importante.
Unos minutos para reflexionar en silencio….
Con una música de fondo (Navidad instrumental):
Debemos compartir más tiempo en familia, fomentar los valores que parecen más propios de la Navidad como la empatía, el respeto, la ayuda al prójimo, el amor a Jesús…
REFLEXIÓN
“Dios opta por los pobres, haciéndose pobre”
VIDEO:
“Cinco panes y dos peces”: https://www.youtube.com/watch?v=f4sBnpo4IXs
ORACIÓN
.-DIOS TE SALVE MARÍA…/-MARÍA AUXILIADORA DE…/-EN EL NOMBRE DEL PADRE Y…
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Martes 30 de noviembre
A veces es difícil comprender que el acontecimiento más trascendental de la humanidad haya acaecido en la humildad de un pesebre, rodeado por el frío intenso de una noche invernal, sin más amigos que el silencio crepuscular. Es por eso que la historia viva de Belén podría resumirse en una simple pregunta, con una peculiar respuesta… ¿Dónde nació? Una sencilla cuna de paja desde donde iluminar al mundo.
“No sirve de mucho la riqueza en los bolsillos, cuando hay pobreza en el corazón” (Papa Francisco).
Dios se hizo niño entre nosotros, abrazando la pobreza de sus padres y rechazando la riqueza y el poder de los hombres.
Un pequeño niño en los brazos de las dos personas más completa de la creación: José y María. Es esa su gran riqueza, una hermosa y acogedora familia, el tesoro más preciado que una persona pueda tener.
En esa noche de Belén el misterio del amor de Dios se hizo carne en Jesús, la ternura de un niño y la omnipotencia celestial se fundieron en la persona de Dios Hijo.
PALABRA DE DIOS
“Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor. El ángel del Señor les dijo: -No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. (Lucas 2, 6-12)
REFLEXIÓN
El Mensaje que nos Enseña Jesús
…Decidió nacer libre de riquezas para acoger a todos en su corazón. En la soledad de un pobre pesebre, para que las personas sean el verdadero centro del amor y no las cosas. Este es el mensaje que desde la pobreza Jesús nos comparte: No atar el corazón a las riquezas del mundo, que son vacías y temporales, y que además, nos sumergen en el más profundo egoísmo. Más bien, llenar el corazón con el amor de Dios y enseñarlo por todas partes. Nuestro corazón para los demás.
“Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron” (Mateo 25:45)
ORACIÓN
.-DIOS TE SALVE MARÍA…/-MARÍA AUXILIADORA DE…/-EN EL NOMBRE DEL PADRE Y…
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Miércoles 1 de diciembre
“Cuando Soy Amable”
Hoy vamos a hablar de la importancia de ser AMABLES con todo el mundo, como lo hacía Jesús y aprender a contar hasta 10 antes de explotar, controlar nuestras emociones.
¿Cómo nos sentimos cuándo alguien nos trata bien y cómo nos sentimos cuando alguien nos trata mal? Valores que Jesús nos transmite en el Evangelio.
La empatía, la ayuda al prójimo, la comprensión, la generosidad… Me parece un valor que va mucho más allá de enseñar a los niños y niñas a “dar las gracias”, que también está muy bien, por supuesto, pero muchas veces los más pequeños repiten las cosas que les decimos de forma automática así que está bien profundizar en por qué somos amables con la gente.
CORTO: “El puente”: https://www.youtube.com/watch?v=gQiaAb6VGt8
ORACIÓN
.-DIOS TE SALVE MARÍA…/-MARÍA AUXILIADORA DE…/-EN EL NOMBRE DEL PADRE Y…
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Jueves 2 de diciembre
“Una Navidad en el Bosque”
Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada. Todas las actividades que realizaban en aquella época tenían como objetivo la convivencia, la amistad y la diversión.
El concurso de cocina navideña, organizado por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, encargada del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque.
Y, por supuesto, estaba lo mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba una obra de teatro que tenía como tema central la amistad. El Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año:
– Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad, dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más demora demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra ganadora ‘Salvemos el bosque’.
– Gracias, gracias, es un honor para mí, exclamaba Conejo entre aplausos.
– Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez daremos comienzo a las pruebas de selección. Rogamos puntualidad a los interesados, concluyó el Sr. Búho.
Al día siguiente, a la hora convenida, comenzó la selección. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un Árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino.
En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba la inestimable ayuda de un girasol y de un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa. Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosques, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol, y la Sra. Lince, al lirio.
Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, hasta que hizo su aparición el peor de los fantasmas: la envidia.
– Sr. Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto, dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.
– Sí, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.
Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra navideña, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto, y eso no le gustó nada.
El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando, estuvo muy arisco.
Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes. La tensión en el escenario se podía cortar y el desastre no se hizo esperar, y durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió.
– Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? – preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Conejo estaba rabioso, no entendía. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así?
Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.
– Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido, sentenció Búho.
– ¿Y cómo podemos hacer que vuelva? preguntó asustada la Sra. Ardilla.
– Nos vamos a quedar sin Navidad, se oyó decir a un lobezno.
– Hoy es un día muy triste. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra. Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir.
– Lo siento mucho. Si hay algún culpable, soy yo por envidia. ¿Qué puedo hacer para arreglarlo?
– No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mal comportamiento. Si sirve de algo yo también lo siento, se lamentó Castor.
– Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela, exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata.
– Mirad, ¡está nevando! gritó con entusiasmo una voz.
– Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. ¡El espíritu de la Navidad ha vuelto!, se oyó.
Ese año, la Navidad se vivió con mucha intensidad en el bosque, al fin y al cabo estuvieron a punto de perderla para siempre. Habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar.
Así que para que no se les olvidará nunca construyeron una gran placa de madera que colgaron del Gran Árbol. En ella se podía leer la siguiente inscripción: «El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá»
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
¿Qué representaba el día de Nochebuena?
¿Cuál es el valor más valioso y que aprendieron todos?
ORACIÓN
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Viernes 3 de diciembre
“La niña de los fósforos”
¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña, descalza y con la cabeza descubierta… Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero ¡de qué le sirvieron!
Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la pequeña le venían tan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos coches que venían a toda velocidad.
Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese hijos. Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados por el frío.
En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero chelín; volvía a su casa hambrienta y medio helada, ¡y parecía tan abatida, la pobrecilla! Los copos de nieve caían sobre su largo cabello rubio, cuyos hermosos rizos le cubrían el cuello. En un ángulo que formaban dos casas – una más saliente que la otra -, se sentó en el suelo y se acurrucó hecha un ovillo.
Encogía los piececitos todo lo posible, pero el frío la iba invadiendo, y, por otra parte, no se atrevía a volver a casa, pues no había vendido ni un fósforo, ni recogido un triste céntimo. Su padre le pegaría, además de que en casa hacía frío también; solo los cobijaba el tejado, y el viento entraba por todas partes, pese a la paja y los trapos con que habían procurado tapar las rendijas.
Tenía las manitas casi ateridas de frío. ¡Ay, un fósforo la aliviaría seguramente! ¡Si se atreviese a sacar uno solo del manojo, frotarlo contra la pared y calentarse los dedos! Y sacó uno: ‘¡ritch!’. ¡Cómo chispeó y cómo quemaba! Dio una llama clara, cálida, como una lucecita, cuando la resguardó con la mano; una luz maravillosa.
Le pareció a la pequeñuela que estaba sentada junto a una gran estufa de hierro, con pies y campana de latón; el fuego ardía magníficamente en su interior, ¡y calentaba tan bien! La niña alargó los pies para calentárselos a su vez, pero se extinguió la llama, se esfumó la estufa, y ella se quedó sentada, con el resto de la consumida cerilla en la mano.
Encendió otra, que, al arder y proyectar su luz sobre la pared, volvió a esta transparente como si fuese de gasa, y la niña pudo ver el interior de una habitación donde estaba la mesa puesta, cubierta con un blanquísimo mantel y fina porcelana. Un pato asado humeaba deliciosamente, relleno de ciruelas y manzanas. Y lo mejor del caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y, anadeando por el suelo con un tenedor y un cuchillo a la espalda, se dirigió hacia la pobre muchachita. Pero en aquel momento se apagó el fósforo, dejando visible tan solo la gruesa y fría pared.
Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de un hermosísimo árbol de Navidad. Era aún más alto y más bonito que el que viera la última Nochebuena, a través de la puerta de cristales, en casa del rico comerciante. Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de estas colgaban pintadas estampas, semejantes a las que adornaban los escaparates. La pequeña levantó los dos bracitos… y entonces se apagó el fósforo.
Todas las lucecitas se remontaron a lo alto, y ella se dio cuenta de que eran las rutilantes estrellas del cielo; una de ellas se desprendió y trazó en el firmamento una larga estela de fuego.
– Alguien se está muriendo – pensó la niña, pues su abuela, la única persona que la había querido, pero que estaba muerta ya, le había dicho ‘Cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios’.
Frotó una nueva cerilla contra la pared; se iluminó el espacio inmediato, y apareció la anciana abuelita, radiante, dulce y cariñosa.
-¡Abuelita! – exclamó la pequeña -. ¡Llévame, contigo! Sé que te irás también cuando se apague el fósforo, del mismo modo que se fueron la estufa, el asado y el árbol de Navidad.
Se apresuró a encender los fósforos que le quedaban, afanosa de no perder a su abuela; y los fósforos brillaron con luz más clara que la del pleno día. Nunca la abuelita había sido tan alta y tan hermosa; tomó a la niña en el brazo y, envueltas las dos en un gran resplandor, henchidas de gozo, emprendieron el vuelo hacia las alturas, sin que la pequeña sintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios Nuestro Señor.
Pero en el ángulo de la casa, la fría madrugada descubrió a la chiquilla, rojas las mejillas, y la boca sonriente… Muerta, muerta de frío en la última noche del Año Viejo.
La primera mañana del Nuevo Año iluminó el pequeño cadáver, sentado, con sus fósforos, un paquetito de los cuales aparecía consumido casi del todo. ‘¡Quiso calentarse!’, dijo la gente.
Pero nadie supo las maravillas que había visto, ni el esplendor con que, en compañía de su anciana abuelita, había subido a la gloria del Año Nuevo.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
¿Qué te ha parecido este cuento?
¿Cambiarías su final?
ORACIÓN
.-DIOS TE SALVE MARÍA…/-MARÍA AUXILIADORA DE…/-EN EL NOMBRE DEL PADRE Y…